Advertidos estábamos ya, y como no hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla, el día de ayer Donald Trump asumió el poder como el mandatario número 47 de Estados Unidos, y lo hizo con toda la verborrea xenofóbica, supremacista y megalómana que le caracteriza. En su primer discurso tras la juramentación en el cargo, el Presidente norteamericano que ahora viene más radical que en su primer periodo, anunció la emisión de más de un centenar de órdenes ejecutivas con las que, según dijo, empieza la “edad de oro” para esa nación. Sentenció además que “su país será respetado nuevamente en todo el mundo”, de modo tal que como lo decía el chapulín colorado, “ya no se sigan aprovechando de la nobleza de EU”. Y como la recomendación de Maquiavelo dicta que es mejor ser temido que respetado, todas esas disposiciones emitidas ayer mismo por Trump, advierten una política de represión, manipulación y chantaje, donde cualquier medio es válido (incluido el militar) para conseguir el fin deseado.

Pero como también lo decía el icónico personaje de “Chespirito”, lo mejor es ser objetivos para “que no cunda el pánico”. Y es que esas primeras acciones u órdenes ejecutivas que van orientadas a alimentar el tergiversado patriotismo norteamericano, no necesariamente surtirán los efectos inmediatos que les ha vendido Trump a sus partidarios, ya que muchas de ellas tendrían que superar filtros en las cámaras parlamentarias y en la corte, para que puedan finalmente ser implementadas. Una de las que más resistencia legal y constitucional tendrá, es sin duda la eliminación del asilo y la nacionalidad por nacimiento, algo que el mismo Trump lo sabe (dado que esa prerrogativa está protegida por su misma constitución), pero que le conviene seguir manejándolo como parte de su discurso nacionalista y conservador. De igual forma, otras de esas disposiciones que son evidentemente de corte mediático, es lo referente a las ocurrencias de cambiarle el nombre al Golfo de México, o la de reconocer sólo dos géneros (masculino y femenino), para revertir la protección legal de las personas transgéneros.

Lo que sí es un hecho es que de entrada y como parte de su decreto como emergencia nacional a su frontera sur, habrá un endurecimiento en varias medidas antiinmigrantes como la desaparición del mecanismo del CBP One, el cual es una aplicación móvil que fue implementado en 2023 por Joe Biden, el cual no sólo les permitía a los migrantes realizar sus trámites como la programación de visas, sino que también era un facilitador en los procesos aduaneros para los exportadores a la Unión Americana. Por lo que toca a las deportaciones de inmigrantes, es algo que siempre se ha hecho, pero ahora volverán los patrullajes enfocados a la revisión del status migratorio de la población, evidentemente orientado hacia aquellos de ascendencia latina, con lo que se espera dar cumplimiento a la llamada deportación masiva.

En cuanto al programa “Quédate en México” que el mismo Trump negoció con nuestro país en el 2019, es casi un hecho que vuelva a implementarse. Esto sucederá a pesar de la oposición mostrada por la Presidenta Claudia Sheinbaum, ya que ni ella ni los organismos internacionales de derechos humanos tendrán fuerza para impedirlo. En cierto modo y como lo dijo ayer Sheinbaum, restablecer ese programa sería una decisión unilateral de EU, sólo que le faltó decir que para operarlo se requiere la participación de México, lo que al igual que sucedió con AMLO, a ella tampoco no le quedará de otra más que aceptarlo.

Ahora bien, en cuanto al tema de clasificar como organizaciones terroristas a los cárteles extranjeros de las drogas (¿aplicará también a los cárteles estadounidenses?), es un tema que sus efectos no irán a la par de su nomenclatura, es decir, que bien puede darse esa clasificación inmediatamente, pero de ahí a una intervención militar que con el mismo pretexto han hecho en países árabes, es algo que se ve lejano, pues tendría primero que sortear muchos obstáculos jurídicos y diplomáticos de corte internacional. Pero lo que sí es muy probable que suceda, es un aumento de operaciones quirúrgicas y bien planeadas contra ciertos capos (como pasada extracción del “mayo” Zambada), algunas quizá del conocimiento de las autoridades mexicanas y otras no. En el mismo sentido, lo que también se advierte es que con apego a la Ley Antiterrorista y de Pena de Muerte Efectiva (que fue promulgada en Estados Unidos en 1996 por el expresidente Bill Clinton), el declarar terroristas a los narcos, le permitirá a EU aumentar el decomiso o congelación de bienes que éstos posean en esa nación; imponer restricciones al envío de remesas; bloquear líneas de crédito de organismos internacionales a nuestro país; y en general, utilizar esa denominación para coaccionar u obligar al gobierno mexicano a ceder en cuanta negociación comercial les convenga. La apuesta entonces no es si Sheinbaum se doblegará ante ese escenario, sino qué tanto lo hará.